Las tecnologías CRISPR son muy prometedoras para la agricultura y la medicina
(A no desperdiciarlas)

Resumido del original publicado en The Economist del 26 de Febrero de 2025

De los numerosos pacientes que necesitan un trasplante de órganos, el 90% no logra conseguir uno.
Alrededor de 240 millones de personas padecen enfermedades genéticas raras, la mayoría sin opciones de tratamiento. Cada año, las dietas deficientes provocan más de 10 millones de muertes prematuras.
Este panorama puede parecer desalentador, pero una tecnología innovadora, la edición genética CRISPR, ofrece esperanza para abordar estos y muchos otros desafíos.
Sin embargo, para que su potencial se materialice, será clave una regulación inteligente que impulse su desarrollo.
CRISPR actúa como un editor genético capaz de reescribir el ADN, eliminando mutaciones dañinas o incorporando modificaciones beneficiosas.
Este verano, comenzarán los ensayos clínicos con órganos de cerdos modificados mediante CRISPR para su trasplante en humanos.
En 2023, se aprobó la primera terapia basada en esta técnica, que aparentemente cura la anemia falciforme y la beta-talasemia, dos enfermedades sanguíneas que afectan a millones de personas.
Si los ensayos en curso resultan exitosos, una única intervención con CRISPR podría ofrecer protección de por vida contra los infartos.
En el ámbito agrícola, la tecnología también promete beneficios: podría aumentar los rendimientos de los cultivos y hacerlos más resistentes al cambio climático.
Incluso se están desarrollando alimentos con mejoras nutricionales, como pan blanco con almidón similar a la fibra y versiones más sabrosas de vegetales poco populares, como las hojas de mostaza. Sin embargo, como destaco el Technology Quarterly del The Economist, CRISPR enfrenta un momento decisivo.
Desde su descubrimiento en 2012, ha comenzado a reemplazar métodos previos que no alcanzaron su potencial.
La terapia génica, que utiliza virus para insertar genes en pacientes, ha mostrado eficacia en algunas enfermedades raras, pero su producción sigue siendo costosa.
Por otro lado, los cultivos genéticamente modificados (GM), que incorporan genes de otras especies, han sido rechazados en Europa y otras regiones debido a una oposición infundada.
CRISPR ofrece una alternativa prometedora a ambas tecnologías, pero para cumplir sus expectativas necesita un flujo continuo de inversión, lo que implica demostrar casos de éxito en la práctica.

Para lograrlo, los investigadores deben perfeccionar los métodos que permitan introducir CRISPR en más tipos de células de forma sencilla y accesible.
Además, su potencial se ampliaría si pudiera utilizarse como plataforma para desarrollar terapias personalizadas dirigidas a mutaciones específicas. Para ello, no solo se requiere avanzar en la ciencia, sino también modernizar el marco regulatorio.
Las normativas actuales para el desarrollo de medicamentos contra enfermedades raras no fueron diseñadas para la era de la medicina de precisión, lo que podría dificultar el acceso de los pacientes a nuevas terapias.
Tradicionalmente, fabricar tratamientos para grupos reducidos de personas ha sido un desafío, y muchas empresas de CRISPR enfrentan dificultades a pesar del apoyo gubernamental. Sin embargo, dado que esta tecnología es programable, permite adaptar un mismo medicamento para tratar múltiples mutaciones, reduciendo costos y tiempos de producción.
Relajar ciertos requisitos regulatorios en pruebas de seguridad y estándares de fabricación podría hacer viable la producción de medicamentos a pequeña escala y bajo demanda para enfermedades raras.
Para muchos pacientes en estado crítico, que pueden no sobrevivir hasta que un tratamiento reciba aprobación, este es un riesgo que vale la pena asumir. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos ya ha comenzado a flexibilizar algunas normativas en esta dirección.
El sector agrícola también requiere reformas urgentes.
En muchas regiones, incluidos los países de la Unión Europea, los cultivos editados genéticamente están regulados bajo las mismas restricciones que los organismos genéticamente modificados (OGM), a pesar de que no incorporan genes de otras especies, sino que modifican su propio ADN.
Frente a la amenaza del cambio climático y su impacto en la seguridad alimentaria, Reino Unido está avanzando en una legislación más flexible para regular los cultivos editados con CRISPR. La UE debería seguir su ejemplo.

Sin embargo, la confianza pública en la ciencia y en los reguladores podría convertirse en un obstáculo. La designación de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud es una señal ambigua: aunque ha invertido en terapias CRISPR, también ha promovido posturas contrarias a los OGM. Si Estados Unidos frena o revierte su apoyo a la edición genética, sería un duro golpe para el progreso y para la humanidad.

vER nOTA COMPLETA EN https://www.economist.com/leaders/2025/02/26/crispr-technologies-hold-enormous-promise-for-farming-and-medicine

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