La IA y los robots están llegando: para impulsar el espíritu humano

Por William E. Halal El futuro del trabajo, extractado del Ceoworld 13 de abril de 2022

El poder de aceleración de la inteligencia artificial (IA) y la robótica es desalentador, al igual que los crecientes temores de que estos sistemas inteligentes cobren vida propia. No es solo la historia de la ciencia ficción que podrían aprender a evadir el control humano y crear desastres, desplazar personas y causar desempleo masivo. Incluso puede ser posible que puedan evolucionar hacia una especie de silicio superior.

Muchos están abrazando esta distopía. El escritor y fundador de la revista Wired, Kevin Kelly, cree que la IA “dará lugar a una versión tecnológica del socialismo”, mientras que Yuval Harari, autor de éxito de ventas Sapiens, afirma que el “dataísmo” reemplazará al liberalismo; “Infotech… erosionará la agencia humana. La democracia y los mercados libres podrían volverse obsoletos”.

Incluso ahora, una Internet inteligente de las cosas (IoT) está comenzando a controlar nuestros hogares, automóviles, oficinas y fábricas, y presenta nuevos peligros. Los autos inteligentes, por ejemplo, transmitirán las fallas de los teléfonos inteligentes. “Un automóvil es como un teléfono celular y eso lo hace vulnerable a los ataques”, dijo Jonathan Brossard, ingeniero de seguridad. Ahora reflexione sobre lo que podría suceder cuando miles de millones de estos dispositivos inteligentes estén conectados al IoT.

El surgimiento del espíritu humano

Estos estudios sugieren que ahora estamos presenciando el surgimiento del pensamiento subjetivo, o lo que podría llamarse espíritu humano. A medida que la IA automatiza cada vez más el conocimiento objetivo, la atención humana se ve obligada a ascender en la jerarquía de la conciencia, impulsando lo que parece ser una Era de la Conciencia emergente. Henry Kissinger escribió recientemente en Time: “… lo que me fascina es que nos estamos moviendo hacia un nuevo período de conciencia humana que aún no comprendemos completamente”.

En lugar de ceder el control a los sistemas de IA, nuestros estudios sugieren que es probable que los humanos retengan el control de este corazón subjetivo de la IA. Ahí es donde radica el peligro y donde las personas son cruciales. Para evitar que los sistemas de IA se descontrolen, debemos monitorear su desempeño, detectar problemas potenciales y corregir factores subjetivos. Un ejemplo destacado son los dos aviones Boeing 737 Max que se estrellaron porque los sistemas de control de vuelo automático fallaron y los pilotos no tenían forma de anular el sistema.

Esto requiere una relación cercana y simbiótica entre la IA y sus usuarios, una fusión de hombre y máquina, y la inteligencia colectiva de mentes y computadoras. Sin embargo, en última instancia, los humanos tendrán que mantener el dominio sobre esta relación. También tendremos que frenar nuestras propias divisiones y otras idiosincrasias para guiar con éxito toda esta inteligencia.

Al final, en lugar de disminuir a las personas, el efecto neto de la IA puede ser mejorar estos talentos de orden superior que son exclusivos de la humanidad. Esto puede parecer contrario a quienes esperan una toma de control de la IA. Respetuosamente sugiero que, sí, la IA y los robots vendrán a tomar sus trabajos. Pero esto impulsará un trabajo más creativo, una civilización más innovadora y un florecimiento del espíritu humano.

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