Por Maria Victoria Miranda

Fue evidente el aporte de la Biotecnología para brindar variadas soluciones en el marco de la pandemia COVID-19.
El mundo estuvo paralizado como en una fotografía y lo que se veía en pleno movimiento era todo el sistema de salud asistencial y el entramado científico-tecnológico enfocado en un solo tema: como combatir el SARS-CoV-2.
En el marco de la pandemia todos los procesos se aceleraron de manera de obtener habilitaciones de vacunas, medicamentos y kits de diagnóstico en tiempos mucho más cortos que lo habitual, se dirigió el financiamiento y se desburocratizaron los procesos.
La experiencia argentina
En el caso de Argentina, se pudo constatar la existencia de un ecosistema emprendedor y de innovación que pudo claramente aprovecharse con la generación de redes de contacto, impulsados por los mismos investigadores y apoyados por las políticas claramente definidas en ese contexto.
Esta experiencia sirvió para comprobar que hay una matriz sólida de conocimientos y por sobre todas las cosas grupos de científicos con alta capacidad de reacción.

¿Y ahora qué?
La vuelta a la “normalidad” presenta el desafío de aprender de lo vivido y avanzar en ese camino potenciando las capacidades o volver al estado basal prepandemia.
Sabemos que las TICs como Big Data o la Inteligencia Artificial son parte de una nueva revolución industrial.
Claramente la Biotecnología se debe nutrir de este tipo de herramientas. Imaginemos con Big Data efectuar análisis retrospectivos de moléculas para reposicionarlas o encontrarles nuevos usos o simular la unión entre antígenos y anticuerpos para diseñar nuevos medicamentos.
La Inteligencia Artificial nos permite simular la correlación entre una secuencia de un genoma y una enfermedad determinada o establecer una población blanco de un determinado medicamento.
Ambas herramientas son claves en el campo del desarrollo de pruebas clínicas de nuevos medicamentos.
La analítica de datos puede establecer dosis de tratamientos, su efectividad, la potencial toxicidad y los efectos colaterales de medicamentos en ensayos clínicos. Si a esto le agregamos la posibilidad de enviar los datos de los pacientes en tiempo real a los investigadores es evidente el poder que tienen esta conjugación de estas herramientas. Algunos estudios indican que aplicando estas tecnologías es posible disminuir los tiempos de evaluación preclínica que normalmente duran entre 5 a 6 años hasta menos de un año y lograr una reducción de costos entre el 30% y el 70% en los procesos de desarrollo de medicamentos.
Convergencia es la clave
Existen barreras a la innovación que están en general relacionadas con aspectos técnicos y de capacidad financiera, aspectos burocráticos y de limitaciones legales. Tanto en lo que respecta a la habilitación de plantas de producción como al registro de nuevos productos, los procesos fueron claramente acelerados en el marco de la pandemia. Es muy importante continuar con esta inercia porque se comprobó el valor de los resultados.
La materia pendiente es potenciar fuertemente la vinculación entre empresas y la comunidad científica para abrir espacio a la incorporación de nuevas tecnologías que claramente facilitarían y potenciarían la matriz de innovación.
En resumen, es clave impulsar la convergencia entre actores y capacidades tecnológicas para agilizar los procesos y brindar más y mejores soluciones en el ámbito de la Biotecnología para la Salud Humana.
La Dra Maria Victoria Miranda es Profesora Titular UBA-Investigadora Principal CONICET Directora del Instituto NANOBIOTEC.