La guerra, las preocupaciones climáticas y los precios del petróleo hacen que la energía nuclear sea atractiva
La energía nuclear nunca ha estado a la altura de su promesa. Los reactores han resultado ser mucho más caros de lo esperado. Los accidentes y las fugas le han dado la reputación de ser riesgosa a pesar de sus credenciales de cero emisiones de carbono. (Los intentos de señalar que la energía a base de carbón mata a muchas más personas que la variedad nuclear no han logrado convencer a muchos votantes). La participación de la energía nuclear en la producción mundial de electricidad cayó del 17,5 % en 1996 al 10,1 % en 2020.
Pero los gobiernos comprometidos con objetivos ambiciosos de cambio climático han estado dando una segunda mirada a la tecnología. En enero, la Unión Europea agregó la energía nuclear a una lista de proyectos elegibles para financiamiento verde. Mientras tanto, la invasión rusa de Ucrania ha disparado los precios de los combustibles fósiles y ha puesto la seguridad energética en la parte superior de la agenda política en Europa, que actualmente depende en gran medida del gas natural ruso. La industria nuclear cree que tiene la respuesta: una nueva generación de pequeños reactores modulares (smrs), diseñados para ser más baratos, rápidos y económicamente menos riesgosos de construir.
En 2019, Rusia conectó el Akademik Lomonosov, un smr experimental a bordo de un barco, a su red eléctrica. China, que tiene más reactores grandes en construcción que cualquier otro lugar, espera tener su primer smr comercial en funcionamiento en Hainan para 2026. El año pasado, el gobierno británico dijo que aceleraría los planes para construir 16 smr diseñados por Rolls-Royce. NuScale Power, una empresa estadounidense, espera que su primer smr, que se construirá en el Laboratorio Nacional de Idaho, proporcione energía para 2029. La Agencia Internacional de Energía Atómica calcula que se están trabajando en “alrededor de 50” diseños de smr en todo el mundo.
ver nota completa en The Economist https://www.economist.com/printedition/2022-03-26
En realidad el tiempo de los reactores modulares ya llegó hace unos años con la transición energética, y los recambios de diseños de reactores, estándares de seguridad tanto en lo regulatorio como en lo tecnológico. El CAREM es un diseño argentino de reactores modulares, que desde la decada de 1980 viene visibilizando este futuro y marcando una tendencia. Ahora bien, de ahí a traducir esto en una propuesta tecnológica escalable y comercial que logre el impacto y el retorno de las inversiones que el Estado y empresas están haciendo, es otra cosa. Ahí se requiere de otra inteligencia, que combine la visión a largo plazo de un mundo descarbonizado y una forma de hacer negocios que sea gana-gana no solamente para los productores, sino para los que hicieron la I+D y la ingeniería conceptual (aquí llámese CNEA). Esta inteligencia es la necesaria para jugar en equipo y lograr que la exportación de alta tecnología beneficie a varios sectores del país. Sectores necesarios para industrializar a la Argentina.